Ni de izquierdas, ni de derechas: de derechas

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    23 de Septiembre de 2022

Ahora que todo va muy de prisa. Ahora que el hastío por lo vivido hace dos años nos ha individualizado aún más, y eso que íbamos a salir mejores. Ahora que el odio y el miedo campan a sus anchas. Ahora que nos inculcan que la equidistancia y la indiferencia es sinónimo de tranquilidad y bienestar. Yo reivindico la ideología.

La ideología de lo común, de lo concreto, la del compromiso, la cargada de interpelaciones y que remueve conciencias, la que hace que nos cuestionemos constantemente, la que nos iguala y nos llama por nuestro nombre: clase trabajadora.

Caer en los discursos vacíos y cómodos de "ni de izquierdas ni de derechas" nos hace retroceder al inicio de esta humilde columna: equidistancia e indiferencia. 

En ese rechazo es precisamente donde nos quieren ver aquellos que lanzan esos mensajes de que las ideologías no existen o no son útiles, sin decirnos que esa actitud, en sí misma, es una posición ideológica que acaba damnificando a una mayoría social que ya de por sí está cansada de luchar en su día a día contra las condiciones materiales que las rodea, con el objetivo de mantener el status quo y perpetuar sus privilegios. 

Si las sociedades se hubieran mantenido en esas tesis inmovilistas del "nada puede cambiar" no habríamos avanzado en derechos. 

Defender una educación en la que quepan todas y todos, luchar por una sanidad que no deje a nadie atrás, luchar desde el municipalismo para que nuestra ciudad sea amable y acogedora, apostar por políticas sostenibles medioambientalmente, posicionarse y luchar contra la violencia machista, actuar contra la especulación y los negocios que sólo llenan los bolsillos de cuatro listos a espaldas del interés general... Todo esto - ¡qué es ideología! - cansa, requiere compromiso, tiempo, claro que sí, pero te hace dormir con la conciencia muy tranquila y la convicción de que ese es el camino para construir un Puerto de Santa María más digno. 

Lo personal es político, por mucho que nos quieran hacer ver lo contrario y nos quieran impasibles ante las injusticias. Ya lo dijo Gramsci en una de sus célebres citas "Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido”.

Y tomar partido es ser conscientes de que desde la cerveza que te tomas en el bar de tu barriada, hasta la manera en la que decides moverte por la ciudad, es política, y por suerte siempre encontraremos compañeras y compañeros que reivindiquen la ideología como herramienta para hacer de nuestro alrededor un lugar mejor.

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