"Legalidad y legitimidad"

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Publicado:16 de Diciembre de 2022
En el pasado pleno pudimos ver cómo la tónica general que la derecha y la ultra derecha están llevando a cabo a nivel estatal para poner en el centro del debate la ilegitimidad de las leyes o en entre dicho los propios órganos de decisión, ha llegado a nuestra ciudad.
Durante la sesión plenaria se debatió sobre un asunto que bajo mi parecer no tendría que ser objeto de debate nunca, pero podría haber entendido que se diera en 2007, no en 2022: retirar todos los honores y condecoraciones, entre ellas la de Hijo Predilecto de nuestra ciudad, al general franquista Gonzalo Queipo de Llano.
Más allá del fondo de la cuestión que está más que probada por historiadores e investigadores que este señor fue un genocida, quiero poner el foco en el constante hincapié de ciertas partes de la banca de enfrente que hicieron suyo el discurso - peligroso cuanto menos - de la ilegitimidad del gobierno central en hacer su trabajo: legislar.
Podemos entrar en el eterno debate de legalidad y legitimidad. Si nos vamos a la RAE (Real Academia Española), la legalidad se equipara al ordenamiento jurídico vigente, mientras que la legitimidad se iguala a conceptos como justo o lícito.
Todas y todos nos hemos planteado alguna vez si una ley es legal y legítima a la vez. Vemos realidades en nuestro día a día que nos hacen preguntarnos este tipo de cuestiones, sobre todo en momentos de rabia e impotencia. Preguntarnos y reflexionar sobre esto es sano, ya que nos puede dar las herramientas y las claves para seguir construyendo una sociedad que vaya de la mano de un ordenamiento jurídico justo además de legal.
Pero lo que no vale es poner en entredicho el resultado democrático de las urnas. Flaco favor se le hace a nuestra democracia si entramos en esa espiral. Argumentar políticamente posturas contrarias y debatirlas, forma parte del tablero político, pero pasar la línea de tachar de ilegítimo a un gobierno y a las leyes que este saca adelante cumpliendo con las normas de las que nos dotamos en nuestro sistema jurídico y democrático es cruzar una línea muy peligrosa.
Una democracia no se acaba de un día para otro, pero sí se desgasta y se erosiona poco a poco. Y visto lo visto, algunos y algunas se sienten cómodas en el fango intentando hacer tambalear los cimientos de lo más preciado que tenemos como sociedad.