Campeonas del mundo

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    1 de Septiembre de 2023

Rubiales es sólo la punta del iceberg

A quienes nos gusta el fútbol, y más en concreto a las mujeres que todas las semanas nos congregamos ante un televisor o vamos a las gradas de un campo para animar a nuestro equipo, sabemos que la agresión deleznable de la que fue testigo el mundo entero en la final del mundial de fútbol no es más que una muestra pública de la impunidad con la que se cree el machismo que cuenta para actuar a sus anchas.

Rubiales no deja de ser la imagen televisada y hecha pública de lo que son las entrañas de un deporte que hace mucho dejó de serlo para ser un negocio. 'Negocio', palabra y mundo controlado por hombres.

El patriarcado tiene los tentáculos muy largos, tan largos que nos han hecho creer que es imposible verles el final. Lo que no saben es que tras cada agresión, tras cada puerta cerrada, cada pisotón, nosotras, nosotros, quienes defendemos una sociedad basada en la igualdad y el respeto, organizadas y unidas seguiremos conquistando espacios y derechos.

El ejemplo que han dado las jugadoras de nuestra selección diciendo alto y claro que "se acabó" unido a todos los gestos que durante estos días siguen sucediéndose en apoyo y solidaridad con Jenni Hermoso, han puesto en jaque a un mundo que se creía intocable. Un mundo donde las mujeres hemos tenido que luchar, reivindicar y pelear cada hueco que se ha abierto en él para que tengamos cabida. Todo ello en contraposición a la imagen lamentable de un hombre poderoso aferrándose a su puesto para no perder sus privilegios y atacándonos con todas las herramientas a su mano.

Y esto, gracias a las que estuvieron y a las que están, sólo ha hecho más que empezar. Las niñas ocuparán los espacios que les pertenecen en los patios de recreo, tendrán referentes con nombres propios en los que verse reflejadas, tendrán ejemplos que han roto barreras y les han allanado el camino, para ser quienes quieran ser, creciendo libres y sin miedo. 

Si puede llegarse a sacar algo positivo de las embestidas que sufrimos diariamente por parte del patriarcado, desde cualquiera de sus frentes, es que éstas nos hacen más fuertes, organizadas y unidas para gritar alto y claro que no, que ya no más, que estamos aquí y queremos lo que es nuestro. 

Rubiales es sólo la punta del iceberg, sí, pero de un iceberg que poco a poco vamos derritiendo. "Las gradas y los campos también son nuestros". 

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