El peligro de mezclar lo personal con lo institucional

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    16 de Febrero de 2024

Vivimos en la era digital y de las redes sociales, y en ocasiones observamos como se diluyen las líneas entre lo profesional y lo particular.

Cuando se trata de representar a una institución, como el caso de nuestro Ayuntamiento, se hace más necesario si cabe que se mantenga y se diferencie nítidamente entre el aspecto personal y el institucional. Aclaro antes de continuar que me parece estupendo que los ediles se muestren cercanos en redes sociales, se impliquen, apoyen y colaboren. Pero nunca su acción debe ir en detrimento de la comunicación y proyección externa de los distintos canales con los que cuenta el Ayuntamiento.

La utilización de perfiles personales en redes como Instagram, Facebook o TikTok se ha convertido en habitual a la hora de difundir información institucional pero esta práctica puede conllevar a tres problemas que están intrínsecamente relacionados:

Dificultad de llegar a un público más amplio. Partimos de la base de que nadie está obligado a seguir perfiles personales para conocer la información municipal, lo que puede dificultar que la información llegue a ese público o audiencia. Más si cabe, cuando la información que se transmite debe estar al alcance de todos y publicada en los medios oficiales como la web municipal o los distintos perfiles institucionales en estas mismas redes sociales (cuya misión principal es la de trasmitir de forma neutra la información institucional) y nos encontramos que no aparece.

El otro problema que conlleva el abuso en la práctica de publicar lo puramente institucional en perfiles personales, que en ocasiones busca exclusivamente acaparar la atención u obtener más seguidores mediante la validación y aprobación de los demás. He comprobado que puede desembocar en una falta de empatía hacia los seguidores más díscolos o a otros usuarios menos receptivos, llegando a manifestarse claramente por la altanería o el desprecio a la hora de responder a quienes preguntan, critican o comentan algo con respeto.

Confusión del rol. Con esta tendencia se genera confusión y es difícil separar quien o cuando habla a título personal de quien lo hace en nombre de la institución. Lo cual es reciproco tanto para el emisor como para el receptor. Que me lleva a pensar que quienes abusan de esta práctica algún día puedan entonar aquella famosa frase apócrifa de “El Estado soy yo” que pronunció Luis XIV ante el Parlamento en París. Lo digo porque ya sabemos cómo acabó el absolutismo.

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