Año nuevo pero la rutina persiste. Cambian las fechas, pero no las realidades. Las esperanzas se renuevan, pero las luchas permanecen. Entre brindis y fuegos artificiales, la ciudad sigue girando en su constante devenir. Quizás, en este nuevo ciclo, encontremos la fuerza para transformar lo que persiste inalterado, la magia del cambio reside en las acciones pequeñas que llevemos a acabo entre todas y todos, entre luces cabalgatas y magia de navidad abrió las puertas del castillo de san Marcos para darle cobijo a un belén viviente mientras en la acera de enfrente en un banco se cobija entre cartones una persona sin hogar.  

Y es que en esta época navideña la desigualdad social adquiere una triste relevancia, mientras muchos ciudadanos celebran la abundancia, otros luchan por lo básico, la desigualdad se acentúa frente a las luces festivas. La generosidad de la gente aflora, pero estas situaciones deberíamos reflexionarlas más allá de las festividades, durante todo el año hay que contribuir a mejorar las vidas de la población más vulnerable de la ciudad, la compasión debe ser un compromiso constante para contribuir a un mundo más equitativo.

Nuestra ciudad, la cual aspira a ser ciudad de gran población no dispone de un comedor social, un faro de solidaridad que desempeñan papeles cruciales en la sociedad. Refugios para aquellas personas que enfrentan la desigualdad y escasez. Mas allá de proporcionar alimentos son espacios esenciales donde hay sentido de comunidad y esperanza. Se trabaja medidas que abordan las raíces de la pobreza, construyen redes de apoyos sólidas, donde la dignidad y la nutrición son derechos fundamentales para todos. 

Ojalá el año nuevo venga cargado de propósitos nuevos que derroten las viejas premisas, ojalá no se nos esfume ese espíritu navideño que nos siga sacando a la calle, pero esta vez para luchar por una ciudad que nos acoja a todos y todas, con unos servicios sociales dignos de una ciudad de gran población que dignifiquen a los ciudadanos de esta.  Ojalá los sueños utópicos de nuestros gobernantes de la ciudad perfecta, contrasten con la realidad que enfrentamos y les sirvan como inspiración para al menos si no son capaces de cambiar la realidad, no nos convenzan de sus distopias.